Dando lo mejor de mí mismo procuro sacar lo mejor de todo aquello que fotografío. Es gratificante capturar momentos y convertirlos en recuerdos imborrables: captar la mirada cómplice de una pareja al caer la tarde, el orgullo de un padre llevando al altar a su hija, la belleza de un rayo de sol iluminando el ramo de una novia, o la alegría que impregna cada instante. Son momentos mágicos que comparto y que vivo con espontaneidad, frescura y naturalidad, sin artificios. Por eso la fotografía se asemeja a la Vida, es el espejo donde se mira, un rico álbum de vivencias sencillas y amables que despierta y recupera sensaciones y emociones para que el alma las guarde. Eso es, en definitiva, lo que procuro, que mis fotografías tengan alma, que, al volver a verlas, cobren vida.